15 de enero de 2011


























No sé porque estuve tanto tiempo intentando ser como el resto
Preocupada por no poder encajar
Encerrada en mi propio mundo
Llena de dudas y reproches
Preguntándome por qué me tocó ser quien soy.
Tanto tiempo encerrada y asfixiada,
Me impidió dejar entrar el mundo exterior al mío,
Y he aquí la respuesta a mis “problemas”.
No era cuestión de ser, sino de hacer.
Lo que tenía que hacer era un cambio de actitud.
Porque maldecir a la vida no sirve de nada,
Nada cambia,
Y si realmente se desea un cambio, hay que hacer,
Sólo no viene, hace falta esfuerzo.
Después de la reflexión,
Y puesta en práctica, obviamente,
Ya no me quejo por quien soy, por no encajar,
Por ser “diferente”,
Y eso fue algo que me alegró,
Saber que no soy igual a los demás,
Saber que hay algo que me distingue,
Y me hace única,
Porque todos lo somos, cada cual a su manera.
Me di cuenta que no tengo que tratar de caerle bien a todos,
Porque no se puede,
También que no tengo que tratar de ser alguien que no soy
Sólo para encajar,
Porque no hace bien,
Quizás funcione para entrar en un determinado grupo
Pero en el fondo siempre está esa insatisfacción,
Ese “algo falta” que nos impide estar completamente bien.
Ese “algo falta” es el sabor de cada uno,
Ese sabor indefinido, que es un poco dulce,
Amargo de vez en cuando,
Pero único e irrepetible,
Del cual mucha gente gusta, y mucha desagrada.
Puede que los ingredientes que lo forman se repitan en otras personas,
Pero nunca es el mismo sabor.
Por eso me enfrento al mundo,
Al exterior, lo desconocido, lo ajeno,
Siendo yo misma,
Porque si no se arriesga se pierde,
Y si se arriesga puede que también pierda,
Pero aprendo algo,
Y vivo sin miedo a equivocarme.

No hay comentarios: